Mi
compañera Carolina nos pide colaboración para una Revista que está creando en
el Centro al socaire del Proyecto de Biblioteca. Si al socaire. Ha llegado como
un huracán invadiéndonos con aires nuevos. Ante una realidad como esta no queda
más que la colaboración. Compañeros así, ¡se salen! Nos ayudan a reinventarnos,
a seguir ilusionados, a colaborar en nuevos proyectos……
La primera vez que oí a
un alumno la expresión ¡se sale!, miré instintivamente para la botella de agua
que me acompaña en todas mis clases. Pero
no se salía. Andaba yo explicando el tema de la realidad. Era en primero de bachillerato. Lo que aquel alumno
quería decir con dicha expresión era que la explicación que dábamos acerca de
qué sea la realidad, de cómo la conocemos, de cómo la construimos a partir de
nuestras percepciones, le parecía plausible: ¡se salía!
Con el término realidad nos referimos a todo lo que hay. Incluso aquello que
propiamente no hay, lo irreal, tiene que ser pensado o imaginado en relación
con lo real. La realidad es de una riqueza, diversidad y
heterogeneidad casi inabarcables. Las ciencias se proponen su investigación y
conocimiento. Cabe preguntarse si todo cuanto quepa pensar y decir sobre la
realidad es competencia exclusiva de las ciencias.
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¿Por qué vemos un triángulo? |
Junto a su riqueza, la
realidad le plantea al ser humano no pocas cuestiones que no parecen ser
estrictamente científicas, cuestiones que producen esa perplejidad que
caracteriza al ser humano, ser finito que requiere de una radical orientación
en la realidad para saber a qué atenerse, qué hacer y qué esperar.
Una
interpretación o visión de la realidad o del mundo (cosmovisión), la naturaleza
última de lo real (si materia o espíritu) y el sentido último de la existencia
ante el misterio que pueda despertar la realidad serán cuestiones que,
tradicionalmente consideradas como cuestiones metafísicas, tratamos en
filosofía.
Estábamos explicando la diferencia entre sensación (mecanismo por el que captamos
algunas cualidades del medio físico a través de los sentidos) y percepción (presencia de los datos obtenidos
por la sensación en la conciencia “con sentido”) y nos apoyábamos en la figura
de Kanizsa. También mostrábamos otras
figuras que se pasaban entre ellos con el consiguiente alboroto. Fue en ese
momento cuando se escuchó ¡¡se sale!!
Durante la semana
cultural se expusieron en el Centro muchas imágenes increíbles, curiosas,
ilusiones ópticas que parecían deformar la realidad. Todas y cada una
despertaron nuestro interés. Sin embargo, no escuché ¡¡se sale!! He estado
dándole vueltas a la cabeza y he llegado a la conclusión de que no son
novedosas, de que la cultura multimedia nos ha acostumbrado a aceptar la
rapidez de las acciones sin preguntarnos porqué, a vivir en realidades
virtuales, en la inmediatez de los acontecimientos, en el envejecimiento prematuro
de las ideas.
Como profesor de
filosofía me preocupa que el pensamiento no sea una herramienta habitual, un
hábito que nos acompañe continuamente, constantemente, del que echemos mano
cada vez que algo o alguien nos interpela y nos sitúa ante lo que somos, lo que
queremos ser o lo que nos dejan ser. Me viene a la memoria una famosa tira de
Quino acerca de la filosofía y su carácter radical y último que puede ser muy
ilustrativa:
Ojala
que este artículo sirva para tomar conciencia de la importancia de la razón,
del pensar; que hagamos del razonamiento una actitud cotidiana; que podamos colaborar
en esta Revista y que podamos decir ¡se sale! porque los contenidos escapan a
la inmediatez de los acontecimientos y perduran como sólo los conceptos lo
hacen.