lunes, 21 de enero de 2013

¡¡SE SALE!!


            Mi compañera Carolina nos pide colaboración para una Revista que está creando en el Centro al socaire del Proyecto de Biblioteca. Si al socaire. Ha llegado como un huracán invadiéndonos con aires nuevos. Ante una realidad como esta no queda más que la colaboración. Compañeros así, ¡se salen! Nos ayudan a reinventarnos, a seguir ilusionados, a colaborar en nuevos proyectos……




  ¿Qué cigaro es mayor?


La primera vez que oí a un alumno la expresión ¡se sale!, miré instintivamente para la botella de agua que me acompaña en todas mis clases. Pero  no se salía. Andaba yo explicando el tema de la realidad. Era en primero de bachillerato. Lo que aquel alumno quería decir con dicha expresión era que la explicación que dábamos acerca de qué sea la realidad, de cómo la conocemos, de cómo la construimos a partir de nuestras percepciones, le parecía plausible: ¡se salía!    


            Con el término realidad nos referimos a todo lo que hay. Incluso aquello que propiamente no hay, lo irreal, tiene que ser pensado o imaginado en relación con lo real. La realidad es de una riqueza, diversidad y heterogeneidad casi inabarcables. Las ciencias se proponen su investigación y conocimiento. Cabe preguntarse si todo cuanto quepa pensar y decir sobre la realidad es competencia exclusiva de las ciencias.   
                      
¿Por qué vemos un triángulo?
Junto a su riqueza, la realidad le plantea al ser humano no pocas cuestiones que no parecen ser estrictamente científicas, cuestiones que producen esa perplejidad que caracteriza al ser humano, ser finito que requiere de una radical orientación en la realidad para saber a qué atenerse, qué hacer y qué esperar.

Una interpretación o visión de la realidad o del mundo (cosmovisión), la naturaleza última de lo real (si materia o espíritu) y el sentido último de la existencia ante el misterio que pueda despertar la realidad serán cuestiones que, tradicionalmente consideradas como cuestiones metafísicas, tratamos en filosofía.

                Estábamos explicando la diferencia entre sensación (mecanismo por el que captamos algunas cualidades del medio físico a través de los sentidos) y percepción (presencia de los datos obtenidos por la sensación en la conciencia “con sentido”) y nos apoyábamos en la figura de Kanizsa. También  mostrábamos otras figuras que se pasaban entre ellos con el consiguiente alboroto. Fue en ese momento cuando se escuchó ¡¡se sale!!
            Durante la semana cultural se expusieron en el Centro muchas imágenes increíbles, curiosas, ilusiones ópticas que parecían deformar la realidad. Todas y cada una despertaron nuestro interés. Sin embargo, no escuché ¡¡se sale!! He estado dándole vueltas a la cabeza y he llegado a la conclusión de que no son novedosas, de que la cultura multimedia nos ha acostumbrado a aceptar la rapidez de las acciones sin preguntarnos porqué, a vivir en realidades virtuales, en la inmediatez de los acontecimientos, en el envejecimiento prematuro de las ideas.

            Como profesor de filosofía me preocupa que el pensamiento no sea una herramienta habitual, un hábito que nos acompañe continuamente, constantemente, del que echemos mano cada vez que algo o alguien nos interpela y nos sitúa ante lo que somos, lo que queremos ser o lo que nos dejan ser. Me viene a la memoria una famosa tira de Quino acerca de la filosofía y su carácter radical y último que puede ser muy ilustrativa:
 
             Ojala que este artículo sirva para tomar conciencia de la importancia de la razón, del pensar; que hagamos del razonamiento una actitud cotidiana; que podamos colaborar en esta Revista y que podamos decir ¡se sale! porque los contenidos escapan a la inmediatez de los acontecimientos y perduran como sólo los conceptos lo hacen.

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