Tenía la página de
Google como página principal. Por eso, en la pantalla aparecía la pestaña “voy
a tener suerte”. Fulano era un tío
con suerte. Le gustaba leer los periódicos deportivos y estaba al día de las
noticias que tuvieran algo que ver con el deporte: si mengano fichaba por tal
equipo; si la Federación de tal deporte no invertía en infraestructuras; si el
entrenador no acertaba con la alineación; si el comentarista de no sé qué medio
no sabía de lo que hablaba…. Aparte de eso era una persona gris, anodina,
insustancial. Cuando hablaba parecía un político: grandilocuente, pomposo,
rimbombante y, en ocasiones, sentencioso. Pero era un tío con suerte.
Y eso que su actitud ante la vida no era positiva. Se
pasaba los días viendo, pensando y comentando los defectos de los demás. Jamás
se le oyó una alabanza a nadie; nunca salió de su boca una felicitación
sincera; truncaba los éxitos de los demás con pretendidos comentarios irónicos.
Las personas negativas como Fulano
cansan a los demás. Sin embargo, era un tío con suerte.Después de oírle hablar, piensas que la inteligencia lo persigue, pero que él es más rápido; que se puede sonreír, pero seguir siendo un canalla; que es más fácil negar las cosas que enterarse de ellas. En el trabajo, como en el ocio, aplicaba siempre la misma lógica: tener la conciencia limpia es síntoma de mala memoria. No cabía duda que para Fulano era más fácil desintegrar un átomo que un concepto. Pero era un tío con suerte.
Esta es su vida, su forma de vivir. La vida de un cuentista
que siente que la existencia de la humanidad sería aburrida, calculadora, fría,
llena de teorías, que comprenderíamos aún menos si no fuésemos como él: seres
humanos con ambición de riqueza y poder, que no reflejen sus carencias
psicológicas sobre el resto de personas. ¿Quién es ese hombre del que me
hablas? Es un tipo con suerte, con mucha suerte. Aunque hay quien afirma que la
suerte es el pretexto de los fracasados.
Definitivamente la suerte era su aliada. Aquí nos
referimos a la suerte como falacia: aquella que incorpora acontecimientos
accidentales. Y es que su vida, toda ella, no es más que una pura fachada. Es
una suerte constitucional fuera de su alcance, genéticamente incontrolable:
genio y figura. Cualquier parecido de Fulano
con la realidad es pura coincidencia. Por que como dice Les Luthiers, ¡No
es lo que parece!