

Sumido estaba en estos
pensamientos cuando me suena el móvil avisándome de una publicación del Facebook.
Era una foto que destacaba una frase de Fernando Savater acerca de la
educación. El paralelismo con el significado de la escultura me pareció evidente:
la educación mantiene esa pretensión de contacto sutil con el aire, con el
cielo estrellado, con el presente y el futuro de los educandos. ¡Es un acto de
coraje! Los que no lo entienden así deberían abstenerse.
Desde esta privilegiada atalaya
lagunera los pensamientos acerca de la educación se mezclan con la visión de
esta escultura, de su significado, de su trágica razón de existir. No puedo
menos que pensar en los monumentos levantados en tantos y tantos centros
escolares cada vez que no apreciamos, despreciamos o menospreciamos el sentido
de la educación, el compromiso con las jóvenes generaciones, la vocación de
servicio al servicio de la docencia.
Menos mal que la idílica visión lagunera y el
persistente fresco alejan estos pensamientos lejos, muy lejos, para dejar el
horizonte despejado y poder recrearnos con la visión de tantos y tantos
profesionales que día a día muestran y demuestran su coraje comprometidos con
la educación, con la enseñanza, con el trabajo silencioso y diario en las
aulas, haciendo posible que aquella frase de Newton: “lo que sabemos es una
gota de agua; lo que ignoramos es el océano”, no sea más que el acicate para seguir
aprendiendo, educando y educándonos.
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